La historia de un menor de 10 años en Santo Domingo refleja las consecuencias de un procedimiento médico que transformó su vida y la de su familia. Todo inició con un dolor abdominal que condujo a una cirugía, pero el resultado dejó graves secuelas neurológicas y físicas, lo que lo mantiene en condición de dependencia total desde hace casi cuatro años.
El padre del niño relató que confió en el personal que atendía a su hijo, sin imaginar que el centro de salud no contaba con los recursos adecuados para ese tipo de operación. “Para mí estaba en buenas manos. Yo no sabía cómo estaba su quirófano ni lo que les faltaba para hacer esa clase de cirugía”, expresó. El hombre recordó además que una enfermera llegó a comunicarle de manera equivocada que su hijo había perdido la existencia.
En medio de aquel momento, respondió con firmeza: “Mi niño no está sin aliento, mi hijo está vivo”, aferrándose a la fe y al deseo de que el pequeño pudiera superar el procedimiento. Desde entonces, el menor no volvió a caminar ni a sostenerse por sí mismo. Actualmente, se alimenta mediante una sonda y solo puede pronunciar expresiones muy básicas como “sí” o “no”, además de señalar su abdomen para indicar hambre.
El padre describió el impacto de esta situación en la vida cotidiana: “Cuando tú ves a un niño en una cama que necesita algo de ti y no puede dar el 100, eso te rompe”. El pequeño depende de pañales y de un cuidado constante, lo que representa un reto permanente para toda la familia.
A la compleja condición médica se suma la realidad económica. El padre explicó que percibe apenas 1,000 pesos semanales, monto que destina íntegramente a medicamentos, pañales y alimentación especial. “Yo trato de darle lo mejor. Primero mis hijos y mi familia, después voy yo”, indicó, añadiendo que en ocasiones se priva de alimentos para garantizar lo esencial a sus hijos.
A pesar de las limitaciones, el hombre conserva la esperanza de que su hijo recupere parte de sus capacidades. “Mi deseo primero es que mi niño pueda ser el mismo de antes, que él pueda vivir su vida como la vive mucho”, comentó con firmeza. Recordó además la nostalgia de los compañeros de juego, quienes suelen preguntar cuándo volverá a compartir con ellos.
Este caso expone la dificultad que enfrentan muchas familias dominicanas cuando un procedimiento médico no ofrece el resultado esperado y deriva en cuidados prolongados y costosos. En el centro de esta historia permanece un padre que, con esfuerzo y sacrificio, busca preservar la dignidad y la calidad de vida de su hijo.